domingo, 1 de julio de 2012


SOÑÉ QUE UNA JUGADA JURÍDICA DE LOS LEGULEYOS DEL PAÍS PONÍA EN RIESGO DE “EXTINCIÓN” A LA FAUNA  COLOMBIANA
Al igual que muchos colombianos, estaba  entredormida viendo la última telebobela “la traicionera” cuando de pronto, la cortan en medio  de una de las más  retorcidas jugadas de la bella protagonista.  Justo en ese momento aparece un personaje,  que por estos días sufre un bajón, no de azúcar sino  de imagen, quien en tono entre asustado y quejumbroso, decía que había un cocinado, una criatura llamada “reforma”  que él y otros dos habían urdido, gestado, debatido y analizado  concienzudamente pero que algo no  les había salido bien al momento de nacer  porque al “conciliar”  entre los pañales de constitución desechable, se  les habían colado como una docena  de “micos”.  Pensé una gestación de 8 debates, tres papás, 12 parteros… no se, algo huele mal.
De un salto me despabilé pero no entendía lo que pasaba al otro lado de la montaña, porque, cómo así,  yo conozco los micos,  los de 4 patas, esos animalitos son adorables; son felices comiendo frutas en las copas de los árboles y balanceándose en su cola; la única ley que conocen es la de la madre naturaleza y no tienen ni idea del lío jurídico,  que les endilgan selva abajo.
Pasaron dos días y yo seguía adormilada por aquello del trabajo, los niños,  la comida del marido y el largo etcétera de las amas de casa, cuando todo el mundo w,  habla de micos, orangutanes, sapos, tigres,  leones y hasta de ratas;  ah el sapo, otro animalito importante, que ya no es objeto de besos por parte de bellas princesas, esperando la magia que lo convierta en el bello príncipe; ahora  es un bocado desagradable que tuvieron que “tragarse” quienes parieron, los padres putativos de la criatura,  la “reforma “,  los mismos que dejaron colar los “micos”.
A mitad de la semana empiezan a oírse tambores que presagian un “megadesastre” que termina convertido en un orangután;  me imaginé que no era ese que conocimos destilando la  más pura ternura maternal criando a Tarzán,  o ese otro que se llevó la peor parte, porque así como  lo pintaron en  una  película, fue sacado a la brava de su plácida selva, para luego ser acribillado por ejércitos armados hasta los dientes para preservar la vida de los habitantes de una ciudad.
El país y yo veíamos horrorizados  como en esta semana macondiana,   de la  naturaleza jurídica colombiana surgió una  nueva especie animal,  un monstro de mil cabezas, una especie de Frankestein  hecho de pedazos  de   “micos”  que luego  se erige y toma la forma de un descomunal  “orangután”  que amenazaba los más sólidos cimientos de la democracia macondobananera; nació  en medio de la más terrible cumbre borrascosa entre rifirrafes, dimes y diretes creando un “tsunami seco” que hacía temblar hasta el más valiente.
Inmediatamente el jefe de la caballería, a su vez  uno de los tres padres putativos de la criatura,  alista toda su artillería jurídica y en un acto  de amor  por las víctimas del  terrible monstro, desencajado hace su aparición, se acuerdan al filo de la media noche en medio de la “traicionera”  para sobresaltar el plácido sueño de los habitantes   gritando desde el balcón “viva Colombia” y para contar del avistamiento de la  amenaza  de consecuencias devastadoras, de la criatura que acababa de nacer después de 8 sesiones y de un parto “conciliado”  por 12 parteros  de los más malos, hay que  objetar, eso dijo.  A esas alturas yo ya no sabía si estaba despierta o si era una pesadilla. 
Y empieza el estratega mayor con todo su séquito de asesores jurídicos a planear la estrategia para  aplicarle  la pena de muerte  al “orangután”  momentos antes de que abriera los ojos cuando saliera publicado en el diario oficial.  A todo vapor trabajó la maquinaria bélica  con sesudos  conceptos de las más deslumbrantes testas que  escriben en 68 páginas  cómo aniquilar el problema.
Inicia la cacería y ubican a la temible criatura junto a otro de sus  2oo y pico de padres, a los que acusan de haberle  sobrealimentado con comida chatarra de  inmunidades parlamentarias y otras inmundicias. Mientras, el otro “padre” cortesano,   pasa así como de agache, viendo como se le desvanecían  los 4 años de alargue de su coloca y los miles de milloncitos que  dejaban de ganar, entre otras gabelas, pero bueno, algo hay que sacrificar porque la criatura tenía genes defectuosos. Claro eso pasa  porque  casi siempre son dos los que  dan vida, pero  este es macondo y aquí hay gente hasta  con tres huevos, porque no va a tener tres papás… ni más faltaba.
El objetivo ya estaba identificado  por toda la  fuerza de tarea conjunta que sobrevuela al infame que ya está acorralado por millones de ojos y voces acusadoras y  con 68 “misiles” de buenas intenciones y razones políticas hieren de muerte al temible “orangután”, que cae en medio de la plaza frente a la casa “donde vive la democracia”.
A uno de los padres en  medio de una extraordinaria sesión le correspondió ver de frente como  se caía la estantería  que con tanta pasión había  construido,  del articulado “orangután” y después de lavarse las manos, dijo  con cara de yo no fui, que sí, que fueque no había leído bien el acta de nacimiento, que todo estaba bien hecho que era el 99.99% del país el que no había comprendido la bondad de la criatura, puras excusas y mentiras, luego entre todos, le dieron un entierro que quinta a la “reforma”  transformada en “orangután”,  hijo de sus entrañas.
En ese momento, abrí los ojos, pero el “orangután”  creo yo, sigue ahí.