domingo, 3 de julio de 2011

TIEMPO DE JUGAR

TIEMPO DE JUGAR
*Ruth Mery  Florez Alonso 
Gestora Social Municipio de Cúcuta

Cuando  hablo  del juego y de lo feliz que puede ser un niño  al jugar, pido a mis interlocutores que por un momento  se trasladen  a cuando tenían  seis, siete u ocho años,  a qué jugaban, con quiénes y  cómo eran sus juegos. La mayoría recuerdan sus juegos de infancia y me encanta ver  ese brillo travieso y soñador en la mirada.
Pero a qué juegan los padres con sus hijos es menos importante que lo que sienten al jugar con ellos. Recordemos que el juego se define por los sentimientos que despierta, no por el tipo de actividad. Es igual que se trate de un juego de mesa,  contar cuentos,  saltar a la cuerda, o jugar a la golosa:  la sensación de  felicidad es  lo que cuenta. Jugar hace feliz.
Cuando pregunto si cree que  haber jugado como tuvo oportunidad de hacerlo, le ha servido  de algo  en la vida adulta la respuesta  sorprende. Los niños necesitan jugar; aunque esta afirmación parece obvia en ocasiones es evidente la poca disposición de los padres y demás adultos en el hogar para prestar atención a las necesidades lúdicas de los pequeños; algunos aducen como prioridad enseñar a los niños a ser responsables y educarlos para ser competentes, otros padres,  en el peor de los escenarios, consideran que los niños deben trabajar  para ayudar con las obligaciones económicas de la familia y el tiempo para jugar desaparece totalmente de la vida de los niños.
Las condiciones de trabajo y el tratamiento a que son sometidos los niños y niñas violan sus derechos humanos, ya sea porque se trata de ambientes inaceptables o porque deben realizar trabajos peligrosos para su salud y desarrollo. Estas peores formas del trabajo infantil van desde arar la tierra, ventas callejeras, cargar bolsas en las  plazas de mercado, realizar oficios domésticos o  trabajos peligrosos en minas y canteras; la servidumbre por deudas, el trabajo doméstico, la explotación sexual comercial y  pornografía, el tráfico de drogas, el reclutamiento para utilizar los niños en conflictos armados y  en actividades ilícitas.
A través de la sensibilización, la movilización y el fortalecimiento de la capacidad institucional se pretende lograr un cambio de la actitud social  para prevenir y erradicar las peores formas del trabajo infantil presentes en nuestros campos  y ciudades.  Basta de mirar de forma complaciente o indiferente este flagelo que destruye la vida de nuestros niños, es hora que todos actuemos.

La administración municipal, hace una invitación a las organizaciones de empleadores,  trabajadores,  familias y ciudadanía en general, como  principales   actores involucrados en la  defensa de los derechos de las niños y los niñas,  a asumir acciones conjuntas que impidan que trabajen y abandonen las actividades propias de su edad; que niños y niñas puedan  disfrutar plenamente de sus Derechos  a estudiar, descansar y tiempo suficiente para jugar.

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