sábado, 16 de julio de 2011

VIOLENCIA, MUJER Y POLÍTICA

*Por:  Ruth Mery Florez Alonso- Gestora Social Municipio de Cúcuta

De acuerdo con la afirmación del Secretario General de las Naciones Unidas,  Kofi Annan, "La violencia contra la mujer es quizás la más vergonzosa violación de los derechos humanos. No conoce límites geográficos, culturales o de riquezas. Mientras continúe, no podremos afirmar que hemos realmente avanzado hacia la igualdad, el desarrollo y la paz".

La violencia contra la mujer  en el hogar, en la escuela, en el trabajo o en la calle;  la discriminación, las violaciones, la trata de mujeres y niñas; la prostitución forzada; la violencia en situaciones de conflicto armado, la esclavitud sexual y el embarazo forzado; los asesinatos por razones de honor; la violencia por causa de la dote; el infanticidio femenino y la selección prenatal del sexo del feto en favor de bebés masculinos; la mutilación genital femenina y otras prácticas y tradiciones perjudiciales[1], aún persisten con fuerza en muchos lugares del mundo.

Fenómenos sociales como la exclusión y  la marginalidad derivados de los altos niveles de pobreza que afecta gran parte de nuestra población, trae asociados diversos riesgos que afectan las diferentes etapas del ciclo de  vida a los grupos poblacionales del núcleo familiar y vulneran sus derechos fundamentales, especialmente de mujeres y niñas.  De ahí que es un deber  las administraciones públicas visibilizar a la niñez como sujeto de derechos y diseñar alternativas de solución para el problema del maltrato y la violencia hacia la mujer, como formas que atentan contra sus derechos fundamentales.
La contribución del Estado a la creación y fortalecimiento de entornos  familiares protectores libres de violencia, entornos socioculturales, políticos y económicos sin obstáculos y barreras para las mujeres puede marcar la diferencia;  el acceso a la educación básica, técnica y profesional,  el enfoque de género en la agenda pública para la inclusión y participación  equitativa  en la política,  el apoyo para la producción científica, cultural  y para  el desarrollo económico, son algunas de las condiciones ineludibles y exigibles en los programas de gobierno y planes de desarrollo que realmente  causen impactos positivos en el rol femenino dentro de la sociedad.
Con la llegada de la mujer a cargos de elección popular, fruto de un proceso de cambio lento pero firme, pionera de conquistas de espacios de poder tradicionalmente masculino, se empieza a vislumbrar cambios de liderazgo que no se puede perder en el panorama de la participación política, donde priman otros intereses sobre sus capacidades y preparación para ejercer la función pública.




[1] Violencia contra la mujer. ONU, 2000.



VIOLENCIA, MUJER Y POLÍTICA

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