De
acuerdo con el diccionario confiar
significa encomendar, encargar, someter, dar, fiarse, creer,
esperar, entregarse, abandonarse, ilusionarse, delegar, depositar,
encomendar. También significa fe,
verdad, fidelidad, lealtad, certeza, rectitud, honradez y un largo etc.
Cada vez
que interactuamos con otros, confiamos.
Confiamos en el conductor de la buseta que nos lleva y trae (ojalá sanos
y salvos); el conductor confía en el
funcionamiento óptimo de su vehículo porque lo llevó a un taller mecánico de su
confianza y confía en la empresa en la que tiene afiliado el vehículo porque le
garantiza su estabilidad laboral. Si vamos al mercado, confiamos en el vendedor
que nos ofrece siempre los productos más frescos y económicos; también
confiamos en los amigos, ay, los amigos, algunos te entregan con un beso al
estilo judas; confiamos en los bancos para asegurar que todo nuestro dinero no
se pierda; igual funciona con el médico al que le confiamos nuestro capital más
importante, nuestra vida. La lista de
personajes y situaciones es una espiral interminable en la que a veces nuestra
confianza sale fortalecida en esos intercambios y en otras ocasiones, perdemos
la fe en el otro, en los demás.
Pero hay
una confianza, una fe perdida; la
confianza en la política y en los políticos. Cada día, a cada momento nos
bombardean los medios de comunicación con las malas nuevas de casos de
políticos y partidos desprestigiados, negociando su entrega a las autoridades, sillas vacías, sanciones, nuevos escándalos,
nuevas investigaciones exhaustivas, o asistimos virtualmente a convites con fastuoso esplendor medieval donde muchos
políticos y politiqueros comparten manteles con sus carceleros en medio de un
temor reverencial; un convite de ratones con el gato de portero. El rollo de
situaciones y personajillos enredados en sus pecados contra la confianza y la
fe pública sigue y sigue.
Pero ahí
verán al ciudadano de a pie que en pre vísperas de temporada electoral, recoge
los pedacitos de confianza que le quedan de los políticos de varios turnos, para
medio remendarla y volver a creer;
deposita su fe y abre el círculo de su confianza, porque
llega nuevamente el discurso políticamente correcto, el abrazo fácil, la
máscara bien puesta, el acceso y la sonrisa presta y la promesa (léase
confianza), de que todo cambiará para que todo siga igual.
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